La 'gauche caviar' de la Junta
La prosopopeya de los popes de la casta política andaluza, encaja mejor en palacio, con bedeles de librea, policías cuadrados a su paso...
Griñán y Valderas han celebrado su cocktail de Navidad en palacio. Dónde mejor. El poder debe escenificarse, como sostenía Napoleón. Y el grandioso palacio de los duques de Montpensier, donde la belleza barroca de Sevilla flota en las aguas del Guadalquivir, es un marco magnífico para la coalición de progreso que gobierna Andalucía. Y sobre todo desde la rehabilitación aristocrática de cincuenta y tres millones de pavos, con sus alfombras persas y sus lámparas suecas de diseño. ¿A quién se le ocurriría irse a un restaurante y pagar de su bolsillo? Eso da mala imagen, lo mismo que viajar en clase turista, como recordaba ayer el presidente del Tribunal Supremo. Y además incluso en los restaurantes menos populares hay andaluces sin domesticar por el sistema educativo capaces de mencionar la palabra austeridad u otras groserías. No hay color. La prosopopeya de los popes encaja mejor en palacio, con bedeles de librea, policías cuadrados a su paso, camareros de etiqueta y cocineros cum laude. Nobleza obliga.
El cocktail palaciego, a pesar de las críticas insidiosas de la derechona irredenta, es un gesto sensible en estos días difíciles para todos. Andalucía arrastra un paisaje social deprimido -un millón largo de parados en penuria, cientos de miles de familias despojadas de ingresos, millares de desahuciados- y esa 'petite soirée' de Navidad puede resultar inspiradora. El mensaje es 'Andalucía no puede ir tan mal'. Un cocktail así transmite confianza, y esperanza. Sin duda los brindis de Griñán y Valderas estarían a la altura:
-Compañeros, levanto mi copa de Moët&Chandon para brindar por las políticas de progreso, contra los recortes injustos del Gobierno maltratando a los andaluces.
-Pepe, querrás decir andaluzas y andaluces.
Hay quien no ha querido entender esta pequeña fiesta de Navidad, viendo malintencionadamente un reflejo de la 'gauche caviar', la izquierda de los excesos en el París de Mitterrand. Nada que ver. La energía para batirse el cobre por la justicia social igualitaria, para estar al pie del cañón del Estado del Bienestar, puede estar en canapés de kobe wagyu con foie, tartar de atún toro con beluga o cazuelitas de almeja japónica con huevas de trucha a la naranja salvia. Tal vez en palacio a Valderas y compañía se les olvidara la austeridad, las comisiones de investigación, la transparencia y todo ese blablablá pretérito; pero ¿a quién no le ocurriría así? Es ridículo exagerar con la parábola de 'Un comunista en la corte del rey Griñán'. Y por supuesto allí a nadie se le ocurriría pensar si sus actitudes evocan más a Bokassa que a Olof Palme. Nadie estropearía un bonito cocktail de Navidad con algo así, proponiendo una taberna de la ciudad a escote.