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Respuesta a la Editorial de VIVA CÁDIZ

NotaPublicado: 18 Nov 2010 22:22
por Estroncio
"PRIVILEGIOS Y PREBENDAS"

Respecto a su editorial del pasado miércoles, en el que se calificaba de
"abominación" la condición de fijo de los funcionarios, y se aplaudía la
posibilidad de hacer sus puestos inestables y condicionados a las
circunstancias, olvida usted hacerse la pregunta más lógica y esencial: ¿Por
qué es así? ¿Por qué dicho privilegio?

En primer lugar le diré que el privilegio tiene una razón de ser: los
funcionarios no son simples trabajadores por cuenta ajena, como quien fabrica
tornillos, o pone puertas a los vehículos en una cadena de montaje. Los
funcionarios son guardianes y ejecutores de los derechos e intereses de los
ciudadanos en su relación con las administraciones, y garantes de la fe
pública, como el notario lo es de la fe notarial (¿Consentiría Vd. que la
escritura de su vivienda la elevara y sancionara el charcutero de la esquina?)
En consecuencia, somos presionados incesantemente por aquellos que ostentan el
poder para la ejecución y realización de sus intereses privados o políticos.
Créame, como funcionario que soy, que el único obstáculo que en numerosas
ocasiones ha habido ante la prevaricación y el tráfico de influencias ha sido
mi negativa a ejecutar actos manifiestamente ilegales. Negativa que pude
ejercer porque, siendo inamovible en el ejercicio de mis funciones, y con la
protección de un sistema disciplinario lleno de garantías, mis superiores
menos escrupulosos no pudieron recurrir a la presión y la amenaza para la
consecución de sus fines. ¿Qué ocurrirá cuando a los políticos simplemente les
baste aducir una supuesta falta de productividad para quitarse de en medio al
empleado díscolo que se niega, digamos, a conceder una subvención indebida a
su cuñado o su compadre, en detrimento de los ciudadanos que sí cumplen las
condiciones para recibirla? ¿Quién se interpondrá entre los planes de
corrupción y su realización, cuando los únicos que pueden negarse a su
tramitación, pierdan el refugio que los pone a salvo de la arbitrariedad y
garantiza su independencia? Somos "intocables", por el mismo motivo que lo son
policías y jueces: cuando puedan "tocarnos", los primeros en tocarnos serán
aquellos que quieren plegar la administración a sus intereses, y los primeros
en sufrirlo serán los ciudadanos.

En segundo lugar, dichos "privilegios y prebendas", no se obtienen en la
tómbola, ni se regalan "hasta ahora"- en las sedes de partidos y sindicatos, ni
se compran en mercadillo, ni vienen con los paquetes de cereales. Han sido en
la mayor parte de los casos- conquistados tras largo y penoso esfuerzo, en
pruebas objetivas y duras, públicas y de libre concurrencia, donde cualquier
ciudadano o ciudadana, dispuesto a afrontar el sacrificio y la frustración del
opositor, podía obtener la ansiada plaza como recompensa a miles de horas de
estudio y renuncia. Lo que no es de recibo es que se equipare la abnegación
y dedicación de años sin remuneración, a la simple entrega de un curriculum
donde a veces se valora más el parentesco o la sonrisa que el mérito.

En tercer lugar, el especial "privilegio" va unido a limitaciones y
condiciones no tan apetecibles: sueldos paupérrimos que cuando suben (es
decir, cuando no son congelados o bajan), lo hacen varios puntos por debajo
del IPC, perdiendo poder adquisitivo cada año; pagas extra que sólo eran
completas (ya no) desde hace un par de años; incompatibilidad para ejercer
cualquier otro oficio u empleo que nos permita completar nuestros menguados
ingresos; condiciones laborales dictadas "desde arriba", sin derecho a una
auténtica negociación colectiva; tener que bregar con una creciente carga
laboral con recursos humanos y materiales cada vez más reducidos y mal
repartidos... Todo eso sin contar con que nuestro especial carácter como
garantes de la legalidad convierte en delitos o faltas actos que son triviales
para cualquier otro ciudadano (si no lo cree, pruebe a traerme un jamón, y
verá dónde acabamos los dos).

Por último, créame, no hace falta cometer un asesinato para perder la
condición de funcionario . Basta con cometer alguna falta de las más graves
(cohecho, prevaricación, discriminación, etc.) que vienen convenientemente
reguladas junto con su sanción, en nuestro angosto sistema disciplinario.
Precisa e irónicamente, el tipo de cosas que podríamos vernos obligados a
hacer si perdemos nuestra estabilidad, y algún corrupto nos pone en la
tesitura de plegarnos a su voluntad o ponernos de patitas en la calle.