por Rafa Rivero » 30 Sep 2010 10:10
El verdadero exito o el fracaso de la huelga se verá si consigue los objetivos para los que fue convocada y si no se consiguen, en si somos capaces de profundizar en las movilizaciones contra las agresiones que estamos sufriendo los trabajadores en el futuro.Los frranceses llevan ya 4 huelgas contra la subida de la edad de jubilaciónen Francia a los 62 años ( nosotros vamos para los 67 años, según han anunciado algunos ministros).
Con respecto a la Administración General de la Junta parece que no vemos que nuestra pasividad les da alas para seguir con sus planes de desmantelamiento de lo público. Todos sufriremos las consecuencias de esta pasividad que ya estamos viendo con, por ejemplo,m el Decreto de Reordenación.
Te copio un artículo de hoy que creo es interesante en realción a los que comentas en tu mensaje:
El fracaso de los enterradores
Quienes ya habían ultimado los preparativos para acudir a los funerales de los sindicatos tendrán que aplazar el falso luto. El 29-S no fue un 14-D, quizás ni siquiera un 20-J, porque no podía serlo en unas circunstancias económicas, políticas y sociales totalmente distintas. Pero la huelga general triunfó en la industria, bloqueó el transporte en hora punta y se dejó notar en las grandes empresas. Ese amplio seguimiento en sectores fundamentales de la economía compensa el escaso efecto en la educación, las administraciones o la hostelería. No se produjo, desde luego, el fracaso de la convocatoria que venían pronosticando los numerosos enterradores del sindicalismo.
Tampoco se tiñó de sangre el pavimento por culpa de esos piquetes tachados de criminales desde no pocas plataformas mediáticas. No es descartable que Esperanza Aguirre proclame que los centenares de miles de manifestantes del 29-S eran todos liberados sindicales. Lo cierto es que el pulso que UGT y CCOO plantearon de mala gana (“esta huelga es una putada”, dijo Toxo) contra las reformas del Gobierno se reconvirtió en las últimas semanas en una especie de prueba de supervivencia de los sindicatos. Superado el examen con una nota muy digna, convendría que nadie perdiera de vista las causas de lo ocurrido. Si Zapatero conserva oído para escuchar los sonidos de la calle, esa mano tendida a los sindicatos deberá contener algo más que la mera disposición al diálogo.