El gobierno y sus maravillosas previsiones económicas, que si ya hemos tocado fondo, que si lo peor ya ha pasado, que ya se ven los brotes verdes, que si hemos dejado atrás el crecimiento negativo. Pero la única realidad es el numero de desempleados y las cada vez peores condiciones laborales.
Todo sea por agradar a los amos del mundo, por mantenernos a todos arrodillados ante el capital, todos cada vez más endeudados, todos cada vez más hipotecados, y mientras...
El gobierno ante su continuo despilfarro y consecuente endeudamiento, decide que la culpa de sus desmanes la paguen los empleados públicos reduciéndoles un 5% sus retribuciones.
Los empresarios a pesar de su falta de adaptación a las leyes del mercado que tanto defienden, su nula inversión en i+d+i, su probada ineptitud para ser competitivos, pensando sólo en sus beneficios, pactan con el gobierno culpar a los trabajadores de su nefasta gestión, abaratando el despido, inventado una nueva categoría de contrato, si los anteriores ya eran espeluznantes, (precario y basura), ahora se suma a estos el “desechable”, a la altura de la sociedad consumista, trabajador de usar y tirar al paro.
Los bancos -debieran llamarse usurerías, dícese del sitio donde se practica la usura-, esos que cuando comenzó la crisis pidieron a los gobiernos millones a mansalva, para salvarse de la debacle, han acuñado un nuevo mandamiento para el capitalismo, “socializaras las perdidas mientras mantienes privados los beneficios”, sus desmanes, su avaricia, sus comisiones, sus sueldazos blindados, sus pensiones de infarto y sus stock options, se las hemos pagado entre todos, pero cuando hay beneficios es para sus accionistas.
Si la economía del país sigue sin levantar cabeza -que seguirá-, volverán a culpar a los trabajadores, pero eso en si mismo no es el problema, el problema es que estos volverán a callar.
Con tantos millones de parados, que no han podido participar en la huelga por razones obvias, pero que sí que podían haber participado masivamente en las manifestaciones del mismo día, pero decidieron en su mayoría hacer honor a su situación laboral y no participar en las mismas.
Ellos fabrican las deudas, mientras los trabajadores se limitan a permanecer drogados de resignación.